La artroscopia de rodilla es un procedimiento mínimamente invasivo que permite el acceso y tratamiento de las lesiones que afectan a las diversas estructuras de dicha articulación. Para ello se realizan 2 o 3 pequeñas incisiones de menos de un centímetro que permiten acceder a la articulación.
La mayoría de cirugías de rodilla que no conllevan la colocación de una prótesis se realizan con un abordaje completo o parcial con artroscopia de rodilla. Es la técnica de elección para abordar muchas lesiones porque permite una mejor y mayor visualización de la articulación. De forma poco agresiva se puede acceder a todos los puntos de la rodilla para hacer una limpieza cartilaginosa, pequeñas perforaciones del hueso que tiene falta de cartílago (microfracturas), estabilizar el cartílago y aplicar sustancias o elementos que permiten regenerar el cartílago (plasma rico en plaquetas o células madre).
Asimismo, la artroscopia de rodilla también se emplea como apoyo a otras técnicas abiertas, ya que permite mejorar el diagnóstico y el pronóstico de la lesión del paciente, al ser menos agresiva.
La cirugía puede realizarse bajo anestesia local, regional o general, según la lesión y el propio paciente. El anestesista decidirá el mejor método para el paciente, con tal de que sufra lo menos posible.